Si el gobierno de Colombia quiere recuperar la legitimidad, debe reconocer lo obvio; las masacres de la policía cruzan la línea. El Ministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo debe irse.
Aparte de actuar como un psicópata criminal, incluso sus ineptos colegas han llamado a Trujillo «inútil», ni siquiera sé si existe una palabra para el nivel de ineptitud del ministro de defensa.
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Ponerlo a cargo de las fuerzas de seguridad es perjudicial para la seguridad nacional y una evidente amenaza para la seguridad pública; la policía de Bogotá asesinó al menos a nueve personas en lo que parece un esfuerzo concertado para sembrar el terror.
Como si no fuera suficiente ser responsable del terrorismo de Estado, la Fuerza Pública está perdiendo terreno frente a los grupos armados ilegales, no hay indicios de una política para frenar el crimen urbano y organizado, y Trujillo confunde el orden público con el orden social.
Además, en lugar de reducir las amenazas a la defensa nacional, como el arsenal militar superior de Venezuela, la total ineptitud del ministro de defensa no ha hecho más que aumentar estas amenazas.
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Quienes conocen la historia de Trujillo están casi sorprendidos de que el ministro de defensa no esté capacitado para el trabajo; el tipo ha fallado en todos los trabajos en los que ha puesto sus grasientos dedos y ha mostrado signos de sufrir un desorden de personalidad desde los años 90.
Estamos tratando con el tipo que era el alcalde de Cali cuando el Cartel de Cali dirigía el ayuntamiento. Como ministro del interior, Trujillo creía que las masacres paramilitares eran un asunto legislativo.
Puede que no lleve sombreros de papel de aluminio en público, pero está claro que hay algo malo en este tipo cuyo apellido se ha convertido en sinónimo de corrupción.
El padre del ministro fue elogiado públicamente por Pablo Escobar y el hermano de Trujillo fue expulsado de la política por su posible corrupción genética.
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Si Trujillo en su mente enferma cree que puede salirse con la suya en las masacres, esto le da al Presidente Iván Duque la oportunidad de recuperar la legitimidad que su triste excusa de gobierno ha desperdiciado.
Según mi psicólogo, Duque también es un psicópata, así que la eliminación de Trujillo y la recuperación de la legitimidad del gobierno probablemente recaerá en el Congreso.